jueves, 7 de agosto de 2014

¿POLÍTICA O MORAL?

De nuevo la sociedad española me deja alucinada. Son muchos los comentarios en contra de la repatriación del sacerdote misionero español contagiado por el ébola. 

El religioso Miguel Pajares a su llegada al hospital Carlos III


Todos aquellos partidos políticos que han llenado sus discursos en plena campaña electoral con sus nobles ideales de defender los derechos humanos, son hoy los que se rasgan las vestiduras y hacen política con la salvación de este misionero que ha dedicado su vida al servicio de los demás. Han demostrado, una vez más, que "defender los derechos humanos" es para ellos un simple eslogan para conseguir votos.

Cabe preguntarse, ¿quieren salvar una vida o pesa más que esa vida forme parte de la Iglesia Católica a la que tanto odian? Pero tampoco sé por qué me extraña tanto, pues son los mismos que no reconocen una vida en el vientre humano pero llaman vida a cualquier célula que encuentran en otro planeta.

Quizás no quieren salvar a esta persona porque saben que es la voz de su conciencia, aquello que ellos no son capaces de hacer les molesta y prefieren mirar hacia otra parte.

Jamás se debe mezclar la política con la moral. La escala de valores está siempre por encima de las ideologías.


@luchig14

sábado, 2 de agosto de 2014

CORTIJOS Y MASÍAS

Con las palabras que en lo sucesivo citaré está lejos de toda intención criticar ni mucho menos menospreciar a dos de los territorios más prósperos y bellos, Andalucía y Cataluña,  que, a mi juicio, alberga nuestra grande y libre España, , más bien todo lo contrario, procuraré en la medida de lo posible reivindicar la valía e importancia de ambos. 

Dicho lo cual, el caso es que la realidad es la que es, y es que de un tiempo a esta parte, estos dos territorios, junto a la zona levantina (Gurtel y Palma Arena), muy a pesar de España y los españoles, se han acabado erigiendo como los dos grandes templos de la corrupción política. En Andalucía llevamos ya tiempo padeciendo la lacra del caso conocido como el de los ERE, con el que cada día una juez con ganas de trabajar, nos deleita con nuevas inculpaciones, como si levantáramos una piedra del campo y no dejaran de salir hormigas, así es la situación ahora mismo en Andalucía. Por otro lado, y no menos bochornoso, es el escándalo en el que se ha visto envuelto el ex presidente Jordi Puyol, y por tanto el Gobierno de Cataluña durante los 23 años, que se dice pronto, en los cuales estuvo al frente.




Me centraré por ahora en el caso catalán, que quizás por su reciente salto a la palestra, merece un tratamiento más extenso. El apellido Pujol hacía tiempo que venía recalando en los informativos de tirada nacional no por el patriarca de la familia, si no por uno de sus hijos, Oriol Pujol, el cual tras conocérsele diversos escándalos administrativos (el más conocido quizás sea el de las falsas ITV) ha acabado siendo enjuiciado por varios delitos del ámbito de la corrupción. En este caso, y por lo que se citará más adelante, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que el hijo ha salido al padre. Y es que es al padre, a este doctor en medicina, que ya desde sus inicios como banquero (fue fundador de Banca Catalana junto con su padre) apuntaba maneras en el mundo de la corrupción en lo que se conoció como caso Banca Catalana, donde ya las cuentas no cuadraban. Posteriormente daría el salto  la política fundando Convergencia Democrática de Cataluña, para posteriormente convertirse en gobernante de la región durante 23 años consecutivos. Durante ese tiempo, a la vez que pactaba con Aznar para obtener unas condiciones de financiación privilegiadas para su territorio, ocultaba su patrimonio en paraísos fiscales con el fin de evadir impuestos, ya que prefería que fueran el resto de españoles, consumiendo productos catalanes, los que le llenáramos el bolsillo. Todo un estratega y un cara dura, sin duda.

Andalucía y Cataluña son  claros ejemplos de la mayor descentralización que ha sufrido el Estado Español en la historia, una descentralización acuciada, sin duda, por el propio potencial económico de ambos territorios, turismo en el caso de Andalucía e industria en el catalán, ambos punteros en sus respectivos sectores. El nivel de competencias propias de estos dos territorios es equiparable al de los Estados Unidos de América, sobre todo el caso catalán. Pero una vez más, se pone de manifiesto que la Transición erró en el modelo, o por lo menos no supo prever las disfunciones que podría traer y que de hecho ha traído el hecho de que existan multitud de esferas de poder territorial, solapamiento brutal de competencias con el sobre coste que ello conlleva, y para colmo, un Senado al cual hay que alimentar millonariamente y que hasta la fecha se ha mostrado totalmente inútil.


José Luis Martínez Padilla